Uno de los principales
lastres
para el
despegue del
comercio electrónico
es la falta de confianza del consumidor en Internet
como medio de compra y pago. Los consumidores suspenden
con 4,2 puntos sobre 10 a Internet como medio de compra
en el Barómetro de Consumo 2003 de Fundación
Grupo Eroski. Además, el consumidor tampoco
cree que estén garantizados sus derechos
cuando
compra
online
(4,05 puntos sobre 10).
Sin embargo, nadie podría demostrar que es más
inseguro comprar en Internet que en cualquier otro
sitio, ni que sea más fácil el robo
de datos en las transacciones electrónicas
que en los pagos con tarjeta en comercios o restaurantes,
o al utilizar cajeros automáticos. Pero la
proliferación de noticias sobre hackers, virus
y fraude online ha contribuido a crear un clima muy
poco propicio para incentivar la compra online.
Pagar como siempre
El comercio
electrónico presenta los mismos problemas
que otros sistemas de compra no presencial (como
el teléfono o la compra por catálogo),
en los que las partes no contactan físicamente.
El comprador necesita tener garantías sobre
la calidad y características de los productos
que adquiere, el vendedor garantía del
pago y debe existir un nivel aceptable de confidencialidad
en la comunicación entre ambos.
El
número de sistemas de pago varía
de una tienda electrónica a otra. La forma
más segura (que no la más cómoda)
es el contrareembolso, único medio de pago
online que maneja dinero efectivo. Así, el
consumidor no tendrá que abonar nada hasta
que no tenga lo adquirido entre las manos. También
se puede emplear el cargo en cuenta, utilizado sobre
todo en suscripciones, aunque, el medio más
utilizado con diferencia para pagar online son las
tarjetas de crédito o débito, empleadas
en más del 80% de las transacciones online
en España, según la Comisión
del Mercado
de las Telecomunicaciones.
Seguridad
en el pago con tarjetas
Al
comprar en Internet con
tarjeta de crédito, tanto la
validación como la realización efectiva
del pago se realizan mediante el mismo sistema que
en un comercio convencional. Una vez que el número
de tarjeta llega al vendedor, éste lo envía
fuera de Internet de la misma forma que al pagar en
cualquier tienda 'física'. Por tanto, el punto
crítico se produce al remitir el número
de tarjeta a través de una red pública
y potencialmente
insegura como es Internet.
Para
garantizar la confidencialidad en
la transferencia de datos en Internet
se utiliza un
protocolo de seguridad, SSL (Secure
Sockets
Layer), que aceptan la inmensa mayoría
de navegadores. Este sistema asegura la identidad
del vendedor, garantiza la integridad del mensaje
y codifica los datos con un cifrado de hasta 128 bits
(harían falta miles de años del ordenador
más potente del mundo para decodificar el mensaje),
lo que garantiza que si alguien intercepta la comunicación
no podrá interpretarla.
Pero
esto no resuelve todos los problemas,
pues cualquier
persona con
acceso a una tarjeta ajena puede
pagar
en Internet con
ella (esto es, en Internet no
hay forma de que
nos soliciten el
DNI como en una tienda "normal").
Para acabar con estas limitaciones se han diseñado
nuevos estándares de seguridad que además
certifican la autenticidad del usuario de la tarjeta.
Los bancos ya están empezando a implementar
el Comercio Electrónico Seguro, que añade
un elemento más de seguridad mediante una clave
asociada a la tarjeta que sólo conoce su propietario.
Así, tras teclear el número de tarjeta
al comprar online, el comercio solicitará al
cliente su código personal que lo identifica
como legítimo usuario de la tarjeta.
Sólo para la Red
Existen
varios sistemas de pago 'puramente
online'
que han
sido relegados a la
marginalidad o la desaparición debido
al uso masivo de las tarjetas de crédito. Pero
el verdadero caballo de batalla se encuentra en los
pequeños pagos (micropagos), donde las comisiones
hacen que no compense usar tarjetas. Los sistemas
para micropagos consisten en la compra por anticipado
de dinero o en la liquidación periódica
de una cuenta y son muy necesarios en el medio virtual,
donde cada vez hay más productos digitales
(informes, periódicos en PDF, música,
vídeos, etc.) con precios pequeños.
A
pesar de
la existencia de
numerosos
sistemas
de micropagos, el
más conocido es PayPal, que cuenta con más
de 100 millones de usuarios. En España, Morso
ha lanzado una tarjeta prepago para Internet que se
compra en kioscos o estancos y permite hacer pequeños
pagos de forma anónima.
Pagar
con
el teléfono
La
fuerte implantación de los teléfonos
móviles en España les han abierto las
puertas para convertirse en medio de pago. Aunque
su uso todavía no está muy extendido,
los bancos y operadores telefónicos llevan
varios años apostando por el pago mediante
el móvil, que tras varias iniciativas dispersas
se ha consolidado en un par de plataformas: Movipay
y Paybox. En ambos, el usuario valida la operación
a través de un mensaje corto (SMS) desde su
móvil, que ha sido asociado previamente a una
tarjeta de crédito.
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